Blog

Verdad y salud

Con la importancia que le damos al mundo de la experiencia y de la subjetividad, parece que hablar de la verdad es cuanto menos anacrónico y, quizás, hasta de mal gusto. Y vincularla con la salud, como que no encaja.

Sin embargo, llevo años intentando motivar a mi alrededor sobre la necesidad de profundizar los vínculos y reclamar su relevancia.

La verdad, en salud, se relaciona con el diagnóstico, pronóstico y su comunicación al paciente. La verdad se relaciona con lo que ponemos o dejamos de poner en los prospectos e informaciones de los fármacos y en la información en la red sobre patologías y remedios. La verdad evoca transparencia y honestidad en el uso de los recursos sanitarios y en la gestión de programas y servicios de salud. La verdad se vincula con la estadística y su uso en salud. La verdad tiene que ver con la información que encontramos en los formularios de consentimiento informado. La verdad (y la mentira) tienen que ver con la esperanza en la enfermedad. La verdad (y el autoengaño) son base del reconocimiento de la propia situación de salud-enfermedad. La verdad es la base de la confianza en las relaciones honestas de los profesionales de la salud, en todas las direcciones. La verdad está en la base del consentimiento informado, como lo está también en la confianza en el sistema de salud y las personas y servicios prestados. La verdad reclama información veraz en materia de salud pública y prevención.

Busco referentes, personas o instituciones, que abanderen sin pudor el valor de la verdad, que lo incluyan en su identidad, que lo estudien y escudriñen, que lo vivan y lo proclamen para conjugar el verbo humanizar de verdad.

                                                                                              

 

VOLVER