He participado en octubre en un congreso internacional sobre counselling. Un interesante debate se ha abierto sobre la formación de los que pretenden ser futuros profesionales del counselling en España. A mi juicio, han sido demasiados los que han subrayado que la experiencia es el camino del aprendizaje, despreciando la formación universitaria, bajo la disculpa de que la Universidad no admite un tipo de preparación donde se privilegie la práctica. Flaco favor me parece que hacen al proceso del counselling en España los discursos que no fomenten una sólida formación donde teoría y práctica se complementen y donde se encuentre el equilibrio y la seriedad (siento que en algunos contextos falta) en el proceso formativo.
De hecho, los participantes (más que los organizadores), no cesaban en insistir que es necesaria la formación teórica, son necesarias las técnicas. No basta hacer un proceso personal de sometimiento a un espontáneo counsellor que ha aprendido como aprende un pinche de cocina a ser jefe de cocina por ósmosis... Tengamos un poco de seriedad, apoyemos unos y otros los másters existentes, fomentemos la investigación, las publicaciones, la exploración de las categorías claves del counselling... porque sino, hasta por empatía terminaremos pensando que es lo primero que a cada uno se le ocurre. Al final, si no ponemos un poco de seriedad, nos tomarán por exotéricos más que por personas sabias. El counselling es para sabios: de la cabeza, del corazón, de sí mismos y de las relaciones. Por nuestra parte, empezamos ya una nueva edición de máster en counselling tanto en Tres Cantos, Madrid, como en Barcelona, con la Facultad de Educación Social y Trabajo Social de la Universidad Ramón Llull de Barcelona. El Centro de Humanización de la Salud lleva ya 15 años en esto.
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