Año publicación: 2003
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No hace mucho tuve la oportunidad de dar una conferencia en el primer congreso de “Salud holística” en Tenerife. He sabido que están organizando ya el segundo. Como siempre, en estos foros de salud –particularmente enfermería- son mujeres quienes van a la vanguardia. Ellas parecen entender mejor el significado de “lo integral”, “lo integrado”, “lo global”, “lo interrelacionado”. Como si una particular sensibilidad ante la fragilidad les convirtiera –en la práctica- en sanadoras integrales por excelencia.
La verdad es que quiero ser feminista, o teóricamente me proclamo, pero también siento cuánto me cuesta y lo difícil que es, porque las estructuras mentales patriarcales y masculinas impregnan muy hondo por más que se trabaje en pulirlas o intentar transformarlas.
La mujer en mi vidaSi tomo conciencia de mi vulnerabilidad y de mis límites, así como de mis avances y de mis fuerzas, me doy cuenta del papel importantísimo que las mujeres han desempeñado y significan en mi vida.
Fui engendrado por mujer, amamantado por mujer, cuidado muy especialmente por mujer, me enseñaron a hablar y a comportarme de una determinada manera especialmente mujeres, en los momentos de enfermedad o dependencia, sobre todo las mujeres han estado presentes, los abrazos más sabrosos son de mujer.
Repasando también los lemas que me han intentado inculcar en mi vida, encuentro también éste de San Camilo: “Cuidad a los enfermos como lo haría una madre a su único hijo enfermo”.
Y acudiendo a las más sesudas y recientes reflexiones sobre la fundamentación filosófica de la dignidad humana, encuentro también la argumentación que se refiere al cuidado y al dejarse cuidar que evoca el aforismo “todos somos hijos de una madre”, propio de la ética de la vulnerabilidad.
En efecto, la capacidad de ayudar a otro o de reconocer su ayuda y de vincularnos mediante este tipo de relaciones es el origen y fuente del valor intrínseco de todo ser humano. Esta poderosa fuente de cuidado que se produce en la relación y que el feminismo nos ayuda a reconocer en sus comienzos –cuidado que puede ser prestado por una mujer o por cualquier persona que asuma la responsabilidad de cuidar a otro ser dependiente- evoca una cualidad que tenemos todos los seres humanos de reclamar la justicia, la igualdad, el derecho de ser tratado en la vulnerabilidad por el sólo hecho de que “también yo soy hijo de una madre”.
El cuidado que brota del amor humano dignifica siempre al ser humano, le re-conoce y por eso le ayuda. El valor del cuidador se transfiere a la persona cuidada. Así las relaciones de ayuda transfieren, reconocen y realizan el valor intrínseco de la dignidad de todo ser humano.
En último término, he de reconocer que soy porque una mujer me ha dado el ser y porque alguien me ha cuidado maternalmente y porque hombres y mujeres reclaman reciprocidad en la relación. Nada que ver nuestra reflexión con estilos maternalistas o paternalistas, sino con el más genuino reconocimiento de nuestra condición vulnerable y, por lo mismo, digna. He de reconocer, por otra parte, que son las mujeres especialmente quienes con más frecuencia reivindican lo integral, el holismo, la globalidad y quienes creo que mejor comprenden las interrelaciones que generan salud. El feminismo más actual nos provoca el reconocimiento de que esta realidad es patrimonio de todo ser humano.
Y es precisamente esta dignidad humana y esta consideración holística el fundamento de todo empeño por humanizar los ámbitos de salud y de asistencia social y sanitaria. En virtud de la dignidad y de lo que significa ser humano y comportarse humanamente podemos evocar el imperativo de la humanización.
EcofeminismoEmpiezan a surgir también algunas voces reclamando el cuidado de la naturaleza y de la salud integral, global, holística, que considera todas las dimensiones de la persona y que entiende las relaciones dentro de un todo integrado, dentro de un entramado a modo de tela de araña donde naturaleza y condición humana están implicadas, donde la realidad se puede leer con un nuevo paradigma de interpretación saludable, que es femenista. Me estoy refiriendo al ecofeminismo.
El ecofeminismo refiere la conexión ideológica entre la explotación de la naturaleza y de las mujeres dentro del sistema jerárquico-patriarcal del que también la medicina es deudora y los sistemas sanitarios reflejo, aunque en evolución (médico varón, enfermera-auxiliar mujer).
Desgraciadamente también la pobreza es femenina en el mundo y tiene especialmente rostro de mujer.
El ecofeminismo es un tipo de sabiduría que intenta recuperar el ecosistema y a las mujeres, sometidas a dobles dosis de esclavitudes y pobrezas. Indica un modo de aproximarse a la realidad y al conocimiento no reductible al discurso racionalista tradicional, dogmático, masculino.
Reconoce el influjo de la afectividad en el conocimiento: la emoción, el involucramiento apasionado en las relaciones interpersonales (diríamos empatía), para generar salud relacional.
Para el ecofeminismo, la interconexión de todo es integradora y bella: no pospone la justicia y la ternura para mañana y la felicidad para una eternidad imaginada.
Valora lo efímero, lo accidental, el momento que pasa, la puesta de sol, la flor, la muerte. Porque efímero es la vida. Y por eso se genera compromiso actual y trabajo por la justicia.
El ecofeminismo supera los dogmatismos, promueve el diálogo, reconoce las interdependencias, reconoce el valor de la relación, hace humilde a la razón intelectiva, promueve el autoconocimiento y el conocimiento recíproco incluyendo a los “nadies”, asume la complejidad, reconoce la dimensión política de lo individual y lo íntimo…
Este paradigma de lectura de la realidad constituye una propuesta humanizadora por considerar a la persona en su globalidad, a los individuos realmente interrelacionadas. En este sentido, la salud no podrá reducirse a un simple buen funcionamiento de los órganos y de las funciones vitales, sino a una experiencia de relación consigo mismo, con la naturaleza, con el propio cuerpo, con los demás, donde los valores evocan y realizan lo trascendente.
El ecofeminismo puede ayudarnos a comprender lo que significa intervenir en los ámbitos de salud y de acción social, de manera holística, global, integral.
Pero el concepto de holismo no sólo implica la consideración de la persona en todas sus dimensiones, sino también el camino de vuelta que se produce en las relaciones de ayuda. También el agente de salud queda afectado. No hay relación que no afecte al universo entero.
A la vez que en algunos contextos (la Iglesia, por ejemplo), no son suficientemente consideradas las mujeres, también habría que hacer una llamada a aquellas que se instalan en la comodidad y pasividad del hembrismo, una llamada a la responsabilidad de todas las mujeres en el trabajo por reivindicar su visión, sus derechos, sus posibilidades de ser.
Mi brindis por las mujeres. Por la que me dio a luz y por las que me siguen dando vida y generando salud en mí.
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