En cada labor que emprendemos, la esencia de nuestro ser se entrelaza con el quehacer diario. Hacer las cosas con el alma implica más que realizar tareas mecánicas; es depositar un pedazo de nuestro amor y creatividad en cada acción. La riqueza de la austeridad y la actitud agradecida se revela cuando reconocemos que nuestras contribuciones van más allá de lo material, trascendiendo hacia una humanización de nuestras labores
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