Es el lema que más difundimos desde el Centro de Humanización de la Salud. Es frase de San Camilo, en el siglo XVI. Es un gran desafío ético que tenemos todos, particularmente los que nos dedicamos a cuidar a las personas. Evoca la sabiduría del corazón, ese corazón que ve, que discierne, dilatado por las más genuinas motivaciones, ese corazón que puede ser de carne, pero también convertirse en piedra, ese corazón que vibra con el sufrimiento ajeno y se indigna y contribuye así al patrimonio universal de la indignación por el sufrimiento ajeno. Está por explorar y por actualizar, como ideal tensional que es, lo que implica "poner más corazón en las manos".
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