Para Jung, cada paciente llega hasta donde haya llegado su terapeuta. Esta afirmación es tan comprometida que implica pensar en la madurez del terapeuta como punto de partida. Quizás también la edad del terapeuta es una variable influyente y quepa esperar un proceso de supervisión y entrenamiento, al menos en los primeros años del ejercicio de algunas profesiones de ayuda.
Es visible la inmadurez de algunos psicólogos, médicos, asistentes espirituales, trabajadores sociales... que se muestran incluso arrogantes metidos en sus roles de ayuda a otros. Les cambia la voz y el modo de andar. El médico humanista enfermo Albert Jovell hablaba de la "soberbia del sano", que tan perceptible es en algunos momentos en estas profesiones.
¿Y si la autoridad viniera de la vulnerabilidad integrada, como sanadores heridos? ¿Y si fuera con la ternura como nos ganáramos el verdadero poder, el prestigio, la posibilidad de caminar con los que tienen a bien dejarse ayudar en la fragilidad humana?
Si es verdad la tesis de Jung, solo acompañamos a donde hayamos llegado. Y eso, se podrá interpretar en clave no tanto emocional, sino de integración de los valores genuinamente humanos.
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