No, no basta con la empatía. Se puede sentir y lograr ponerse en actitud empática y no tender la mano, sino incluso quedarse paralizado ante el horror del sufrimiento ajeno, incapaz de nacer nada más que contemplar y vibrar ante el sufrimiento del otro.
Se puede lograr y sentir empatía reconocer la vulnerabilidad del otro, y utilizar este punto de partida para hacerle daño, incluso sintiendo placer en ello, como es propio del sádico.
La empatía puede ser pre-moral, pero no garantiza la intención de ayudar cuando no está impregnada e la dimensión ética. En ocasiones, incluso puede obstaculizar la ayuda, por un exceso de implicación, de identificación.
Como dicen algunos filósofos hoy (Noelia Bueno Gómez), tanto la empatía como la compasión, requieren de lo que se ha llamado “imaginación moral”, la capacidad para imaginarse la situación de la otra persona, para representarnos su experiencia de dolor, pero no solamente como una escena que recreamos en nuestra mente y ante la que vibramos emocionalmente, sino reproduciendo en nuestro cuerpo vivo el paisaje de su cuerpo vivo sufriente y activando toda conducta posible para un fructuoso alivio de su sufrimiento.
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