La esencia del bienestar individual y grupal radica en la sabiduría del corazón, una forma de inteligencia distinta al conocimiento intelectual. Aunque el saber tecnológico y doctrinal busca la verdad, carece de habilidad para comprender los entresijos emocionales.
El saber emocional es fundamental para brindar ayuda a los demás, tanto en el ámbito de la salud como en la intervención social. Ser un buen apoyo requiere familiaridad con la ternura del corazón humano, la experticia personal y la capacidad de gestionar las relaciones con flexibilidad y sabiduría. El conocimiento académico no garantiza la felicidad, sino que es la sabiduría del corazón la que nos acerca a ella.
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