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Humanizar la reacción frente al miedo

Forma parte del ser humano experimentar miedo, particularmente cuando no podemos controlar lo que sucede, comprender su sentido, cuando no tenemos claro lo que podemos hacer para mejorarlo, cuando no sentimos protección defensiva suficiente ante una amenaza real o potencial, en particular cuando vemos el desafío como superior a nuestras capacidades.

Se convierte en pánico cuando se contagia, aumenta de intensidad y se hace masivo. El dios Pan, en la mitología griega, representaba a toda la naturaleza salvaje –los rebaños- que reacciona en manada asustándose con ocasión del tronar y la caída de rayos.

Humanizar la reacción ante el miedo implica tener el pensamiento bajo control, sin valorar la amenaza como lo único que lo invade todo y que se retroalimenta salvajemente.

La manera más inteligente de gestionar el miedo es poner el pensamiento bajo la serenidad de la conciencia, descartando pensamientos desproporcionados y exclusivamente negativos. La paz nos da lucidez, observación, confianza, eficacia y proporción.

El miedo es lo contrario de la confianza, que se puede apoyar en uno mismo, en los demás, en los líderes y sabios –técnicos y personas de prudencia reconocida-, en la vida y en Dios mismo desde la fe.

En tiempos difíciles surgen las personas que se dejan absorber por la oscuridad y la incrementan generando inseguridad, agresividad y pánico, mostrándose el egoísmo, la cobardía y la mezquindad. Y surgen también los héroes, los aliados, los guías, los compasivos, los genios y los magos que multiplican la solidaridad y la defensa ante los males. Los profesionales de la salud son de este segundo grupo.

 

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