La muerte de Camilo tuvo lugar en Roma, a los 64 años, en la casa de La Maddalena, que aún hoy se conserva como casa generalicia de la Orden. El proceso final de Camilo no fue de unos días… Camilo se sintió particularmente débil unos meses antes, no pudiendo ir al hospital como los demás (como cuidador) y sintiendo envidia: “Dichosos vosotros, que habéis estado en aquella santa viña, sirviendo a los pobres enfermos”, les decía a sus compañeros que iban al hospital, al que él llamaba viña.
A las visitas que recibió en los últimos días, aunque principales, les dio este recado: “Por mi amor que me excuséis con estos señores, que yo he ya recibido el Santo Óleo y me quiero retirar un poco dentro de mí mismo”. El padre Marcelo Manfio le dijo a Camilo: “Padre, estos señores vienen por consuelo de sus almas, vuestra Paternidad los admita, que irán desconsolados por no verle”. Respondió Camilo: “¡Qué quieren ver, sino un cuerpo casi corrompido, postrado en una cama, como un cadáver; si esto desean, vayan a los hospitales, allí hagan obras de caridad y consuelen los enfermos, y no quieran hablar al primero en los perversos hombres del mundo! Además, padre Marcelo, que una vez sola se muere, y yo debo procurar morir bien”.
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