Una vez más he tenido la oportunidad de estar en Colombia, País al que he ido tantas veces que siento que tengo un trozo de mi corazón en él. Y esta vez he tenido la fortuna de ser acogido en un hospital psiquiátrico donde he dormido (en la zona de hospedería) durante tres días.
Como las veces anteriores en que he hecho una experiencia similar, no puedo dejar de sentirme muy interpelado por la contemplación de los enfermos mentales internados. ¡Dios mío, qué misterio el de la enfermedad mental! Y ¡qué difícil el abordaje terapéutico! ¡Cuántas historias detrás de cada rostro desencajado, con discapacidad, perdido...! Y quiero imaginar también cuánto sufrimiento en sus familias. Y constato cuánta ternura en los cuidadores, verdaderos "ángeles con zapatos cómodos", como llama el cirujano que era compañero de congreso y hospedería, a los auxiliares de enfermería.
Y... en Bogotá he cogido un taxi. La carrera ha sido larga. El taxista me ha preguntado por qué la iglesia católica está perdiendo tanto y van ganando otras confesiones y religiones. En realidad nome ha dejado responder. Ha respondido él. Decía que es que la iglesia se ha centrado en decir que no a todo lo que tiene que ver con la sexualidad, y a presentarla como pecado y que por eso pierde. Le he intentado hacer ver que hay muchos rostros en la iglesia: entre otros toda la actividad caritativa, pero él insistía.
Y ¡cómo no sentirme interpelado! En muchos sentidos. Mi compañero cirujano preparaba una conferencia para diáconos casados sobre cómo disfrutar de la sexualidad para que hombre y mujer encuentren el modo de sentir ambos placer y que no suceda como en el 47% de las mujeres de su región, que no experimentan orgasmo, o el 52% que lo finjen.
¡Cuánta tarea tenemos pendiente en humanización! Mirar más de frente a las personas con enfermedad mental, reflexionar sobre la imagen institucional que damos, promover una educación a la felicidad también en el ámbito de la sexualidad... Ay... que se nos va lo mejor, la Buena Noticia de Jesús, que se nos pasa la oportunidad de que Jesús nos salve de tantos males comovivimos que reclaman humanización.
Gracias por leerme y... quizás... por reflexionar conmigo.
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