Los políticos usan la palabra empatía más que nunca. Más en la crisis por coronavirus. Circula un uso polisémico que esconde un cóctel de conceptos en torno a la empatía. A favor y, ahora también en contra.
Hace años ya me empeñé en publicar aquel otro libro –actual, para mí- titulado “empatía terapéutica”, poniendo un adjetivo al sustantivo, aclarando el concepto y relacionándolo con la compasión..
Cuando en el año 2012 publiqué el libro “Empatía terapéutica”, yo estaba preocupado porque la socialización del concepto podría estar dando paso no solo a la polisemia, sino también a la confusión, evocando con la palabra “cualquier tipo de connotación positiva en las relaciones”.
Pues bien, hoy pude suceder también, si seguimos la tesis de Bloom, lo contrario, que la palabra empatía evoque una respuesta emocional que nos hace esclavos, injustos, instintivos, vengativos, violentos… Esta es la tesis del confuso libro con subtítulo: “Argumentos para una compasión racional”.
La ensalada de conceptos manejados hoy sin precisión y sin considerar las más actuales investigaciones sobre la naturaleza de esta actitud (no sentimiento), con su aspecto cognitivo, afectivo-emocional y conductual, como pude mostrar en mi libro “Empatía terapéutica. La compasión del sanador herido”, está pidiendo rigor.
Esto es lo que circula por los medios… y ahora también en cierta literatura: un cóctel de conceptos en torno a la empatía.
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