Es la imagen que un día utilizó Aristóteles para describir qué es la ética: "como arqueros al blanco", donde el blanco es el bien, el camino a la felicidad, y en cada época y contexto se busca.

Qué es bueno, qué es malo, qué es justo, qué es injusto. He ahí el corazón de la ética, de la humanización.

Buscar el bien no se agota en la comodidad física o emocional. Buscar el bien lleva a cuestionar si un curso de acción o una conducta o actitud ante lo que sucede, contribuye a que seamos más felices o nos roba la dignidad, las virtudes que hacen sabrosa la vida relacional.

Nos acecha la tecnología con su poder ciego, o mejor, cuyo arco apunta al beneficio de quien produce tecnología, quizás con un pañuelo sobre los ojos ante el riesgo de la tecnocracia. Un tal Frankistein teme la luz y el fuego que representan, en la vieja mitología (Prometeo) el poder de transformar la naturaleza y el riesgo de que se vuelva en contra. Solo la justa proximidad nos preserva de su devastador poder.

"Como arqueros al blanco" debería ser un lema para el acompañamiento en counselling, ayudando a buscar el bien que hace feliz, no lo que hace sentirse bien a secas.

 

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