El sentido del humor contribuye a potenciar la creatividad y también mejora la comunicación. En el ámbito laboral puede ayudar a la motivación de los empleados y con ello mejorar la productividad.
Decía Shakespeare: "Es más fácil conseguir lo que se quiere con la risa que con la punta de la espada". Se dice que cada vez reímos menos, porque eso no tiene ninguna gracia.
“Una palabra salida del corazón calienta durante tres inviernos”, dice un proverbio chino. Ese calor favorece la relación terapéutica y se traduce en afabilidad, afecto, amor, cordialidad, dulzura, finura, interés, misericordia, querer bien, estima, caricia, delicadeza, expresión o palabra cariñosa y afectuosa, sensibilidad, simpatía, solicitud. Todo, al servicio de la persona herida y como despliegue de un ayudante maduro e integrado.
Si es cierto que “hablando se entiende la gente”, quizás sea más cierto aún que “riendo se entiende la gente”. El humor, en la salud y la enfermedad, hace que se multipliquen nuevos espacios humanizados; donde la adversidad encuentre en el humor una almohada, un modo concreto de apoyarnos unos a otros, de consolarnos y caminar juntos habitados por la esperanza.
Buena propuesta es la de Leonid S. Sukhorukov, que decía: “Ríete de ti y sonríe a los otros”. Bien es sabido que el humor es una cosa muy seria, como decía Winston Churchill.
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