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Bienvenido el remordimiento

Decía René Descartes, en Pasiones del alma, que el remordimiento de conciencia es una especie de tristeza que nace cuando se sospecha que una cosa que se hace o se ha hecho no es buena, y presupone necesariamente la duda: pues si estuviéramos enteramente seguros de que lo que se hace es malo, nos abstendríamos de hacerlo, porque la voluntad no se inclina sino a las cosas que tienen alguna apariencia de buenas; y si estuviéramos ciertos de que lo que hemos hecho ya es malo, sentiríamos arrepentimiento, no solo remordimiento.

Sea como fuere, recapacitar sobre la propia conciencia, dando espacio a la hipótesis de que hemos hecho o hacemos mal, no es un comportamiento arcaico y desechable. La búsqueda del bien requiere lucidez. La felicidad pasa por el camino virtuoso de la vida buena, no de la vida hábil que pisotea al prójimo y se aprovecha de él, individual o colectivamente (en las Organizaciones).

La humanidad está necesitada de la conciencia reflexiva y buscadora de la vida virtuosa. También los procesos de acompañamiento, relación de ayuda, counselling, necesitan incorporar el discernimiento sobre lo virtuoso y lo que hace daño. Dar cita al mundo de los valores, y no solo de los sentimientos, se hace imprescindible en toda forma de relación de ayuda.

 

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