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Empatía, intimidad y sexualidad

Autor: José Carlos Bermejo Higuera

Año publicación: 2003

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Las parejas se tocan el cuerpo en la intimidad, pero sólo se tocan el corazón cuando están habitados por la empatía.

Rollo May describió la relación sexual en su libro Amor y voluntad como “el más poderoso acto imaginable en el que se relacionan dos personas”. Sin embargo, son muchas las personas que afirman que la sexualidad no consigue llenar su vacío interior. Quizás la afirmación de Rollo May sea verdad cuando la sexualidad el eros esté lleno de significado y de la intimidad y proximidad que puede generar la empatía.

El deseo y el esfuerzo por comprender los pensamientos, deseos, sentimientos y significados que el otro da a la vivencia de la intimidad cualifican el encuentro de tal manera que lo hacen realmente apasionante. La comunión que logra el corazón cuando la empatía impregna la intimidad sexual revela el poder de la empatía no sólo en el ámbito de las relaciones de ayuda, sino en las relaciones interpersonales en general. Revela el poder que ésta tiene de generar salud relacional, proximidad cualitativa, encuentro auténtico.

En efecto, la empatía tiene mucho de búsqueda de autenticidad. La empatía busca captar de manera lo más objetiva posible la experiencia ajena, tal cual es, con realismo, sin distorsiones. A ello se refería Erich Fromm cuando afirmaba: “Sólo si conozco objetivamente a un ser humano, puedo conocer su esencia misma en el acto de amar”.

La empatía requiere flexibilidad. En realidad, la misma naturaleza de la empatía es la capacidad de doblegarse y ser flexible para contemplar la realidad ajena sin juzgarla y acogerla en su genuino significado personal.

La empatía favorece el proceso de crecimiento y cambio, de ser y llegar a ser. La empatía nos ayuda a comprender que aunque “tú y yo seamos uno” seguimos siendo “dos”; busca expandir nuestro ser convirtiéndolo en un lugar donde el otro se halle cómodo en mí, verdadero en mí, presente en mí.

La empatía nos da la perspicacia y el conocimiento necesarios para comprender las necesidades de los otros, para compartir la profundidad de su dolor y la dimensión de su alegría. Sin el compromiso activo y comprensivo que otorga la empatía, el amor es sólo un concepto intelectual, una simple palabra vacía de significado. La empatía da al amor su dimensión, su peso y su equilibrio; es el motor del amor, el corazón latiente y el alma buscadora; es la razón por la que el amor existe.

 

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