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Asociacionismo en counselling

Autor: JOSÉ CARLOS BERMEJO HIGUERA

Año publicación: 2014

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Desde hace varias décadas, desde el Centro de Humanización de la Salud, estamos contribuyendo en diferentes países a la formación en relación de ayuda. Así empezamos hablando de este tema en los años 80 en España. En este momento, estamos asistiendo a la promoción del counselling –un paso más en el desarrollo del concepto- y llegamos al punto de promover el asociacionismo de las personas formadas y deseosas de que esta forma de ayuda tome cuerpo de profesión en nuestro país.

En efecto, con la ayuda de Angelo Brusco, Arnaldo Pangrazzi y otros, en las tres últimas décadas del siglo pasado, se comenzó a difundir la expresión “relación de ayuda” y proliferaron acciones formativas para profesionales y voluntarios en el campo de la salud, especialmente.

Van pasando los años y hoy contamos en España con diferentes oportunidades formativas en este ámbito, al cual denominamos counselling (“consejería” dirían en América Latina) que surge en el contexto de la psicología humanista y que reconoce su paternidad en Carl Rogers, con la significativa aportación de algunos de sus discípulos que marcaron escuela (separándose en parte de la de Rogers), como Gérard Egan y Robert Carkhuff. Merecen una especial atención los másters en counselling que, en nuestro Centro ya han sido frecuentados por varios centenares de profesionales de la salud, de la intervención social y del ámbito educativo fundamentalmente.

Un nuevo momento

Si la primera década del siglo XXI fue la del nacimiento de la formación universitaria en counselling, afianzándose así la formación iniciada en forma de cursos de formación continuada a finales del siglo XX, la segunda década podemos decir que tiene, entre sus características, la de asistir al nacimiento de las Asociaciones y de las diferentes “corrientes”.

De la mano del Centro de Humanización de la Salud surge la Asociación Ache (Asociación de counselling humanista de España), existiendo también la Asociación Aphice (Asociación de psicoterapia humanista integrativa y counselling de España) y Aeco (Asociación española de counselling).

Este movimiento constituye un indicador del deseo compartido de consolidar esta forma de relación de ayuda, sus iniciativas formativas, la investigación, el aprendizaje de experiencias diferentes y un futuro por descubrir aún al caminar comprometidos no solo individualmente por ayudar a las personas, sino por crecer y apoyarnos recíprocamente.

Este momento histórico en que se encuentra el counselling va a significar también una oportunidad de apertura a la historia recorrida y al momento en que se encuentran otros países de Europa especialmente, además de Estados Unidos, así como lugares donde el desarrollo ha sido superior, como es el caso de Argentina.

La existencia, a su vez, de varias asociaciones en España puede contribuir a la superación del posible riesgo de falta de confrontación y crecimiento si faltasen oportunidades de intercambio de experiencias diferentes. Cada cual, tanto en lo relativo a la praxis de esta forma de ayuda como en lo relativo a la formación (en cuanto al método y al contenido), podrá crecer a la vista de los puntos fuertes y críticos de su propia tendencia y de las otras.

Claves de fondo

Lo que sí parece poderse decir ya, reconociendo que el camino está por recorrer, es que el counselling en España se mantiene fiel a las claves de la centralidad de la persona como conductora de su propia biografía, la consideración positiva de los recursos que puede identificar y desplegar en el abordaje de sus dificultades y en el desarrollo personal, la necesidad de actualizar la empatía terapéutica y la importancia de la autenticidad del propio ayudante.

Es probable, no obstante, que estemos conviviendo con la necesidad de explorar las implicaciones que tienen estas claves de fondo.

Aún asistimos a una cierta inflación del concepto de empatía, siendo una de las palabras más usadas, pero también menos definidas (en su sentido etimológico) y menos profundizadas en acciones formativas y publicaciones sobre counselling.

Asimismo, seguramente tenemos el reto de desplegar y concretar los significados que contiene la actitud de la autenticidad y el necesario desarrollo personal del consejero. Nadie puede ayudar a otros si no tiene afrontados sus propios conflictos, es una tesis abierta por el psicoanálisis; y a su vez, nadie puede negar tener conflictos internos y relacionales que no le capacitan para ayudar a otros como sanadores heridos.

La exigencia que se solicita por parte de las asociaciones de counselling de tener experiencia de haberse sometido a procesos de acompañamiento personal para el crecimiento y la propia confrontación, constituirá siempre un desafío saludable para realizar, con el rigor y la profesionalidad necesaria. No serán suficientes juegos o dinámicas (utilizadas a veces en acciones formativas) donde realmente no se exploren los dinamismos necesarios para convertirse en un buen facilitador; herido, sí, pero capaz de acompañar a otros a sanar.

Aprendiendo a “esculpir”

Los artistas de la pintura son capaces de producir un cuadro o un fresco añadiendo color a la base. Son expertos en añadir y en corregir añadiendo más capas si es necesario. El counselling se parece más al arte de esculpir. Los escultores son expertos en quitar, con el cincel, el material sobrante de la materia prima para que aparezca la escultura “que estaba dentro”.

En efecto, el counselling ha de caminar por el sendero de acompañar a desvelar, a hacer emerger las potencialidades escondidas que la persona tiene dentro. Con el desarrollo de esta “nueva forma de ayudar”, algunas personas son vulnerables a creerse a sí mismas capaces de “pintar el cuadro de los demás”, en lugar de aprender a “esculpir con el otro su propia obra de arte” en la que salgan a la luz los valores y las potencialidades ocultas por la situación difícil que la persona esté atravesando. En palabras de Miguel Angel, “todo lo que la mano del escultor puede hacer es romper el hechizo y liberar las figuras dormidas en la piedra”. El counselling es ese arte de ayudar a la persona a liberarse de sus ataduras limitantes. Eduadro Chillida, el escultor vasco decía que “hay cosas que se arreglan quitando”.

En nuestro País, nos encontramos en un momento en el que el counselling quizás se abrirá camino como un espacio nuevo a nivel profesional (¿nueva profesión?), pero quizás más importante es trabajar para que los profesionales de la ayuda, en el campo sanitario, social y educativo (al menos), se doten de esas competencias blandas propias de los artistas de la comunicación.

En efecto, ¿se puede pensar en un médico/enfermero sin conocimientos, habilidades y actitudes adecuadas para las relaciones de ayuda que forman parte intrínseca de su profesión? ¿Y en un trabajador social o un agente de la atención espiritual o educador? ¿Y en un líder? A buen seguro, no.

El compromiso de quienes apostamos por humanizar el mundo del sufrimiento, por humanizar nuestra sociedad, podrá verse enriquecido por la aportación de este desarrollo progresivo, aunque lento, de la formación en counselling. Nunca podrá ser una materia transversal para las profesiones que tratan con personas en desarrollo o en situaciones de vulnerabilidad. Para aprender a esculpir, hay que ir a un maestro hasta poder decir con Miguel Angel: “Vi el ángel en el árbol y tallé hasta que lo puse en libertad”.

 

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