En el campo de la salud, se refleja la ternura inherente a las comunidades a través de las profesiones sanitarias. Estas, impregnadas de compasión, se convierten en voceras de la ternura colectiva de los pueblos. La necesidad de un ambiente exento de agresividad se presenta como un imperativo ético. La neutralización de conflictos se erige como herramienta esencial para propiciar un espacio de sanación, donde la atención se extiende más allá de los cuerpos, abordando las dinámicas sociales y las heridas emocionales.
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