Esto es lo que circula por los medios… y ahora también en cierta literatura: un cóctel de conceptos en torno a la empatía. A favor y, ahora también en contra. Es el caso del libro titulado “Contra la empatía”, de reciente aparición, del psicólogo norteamericano Paul Bloom. La necesidad de aquilatar el concepto y usar con mayor precisión una palabra que, en el fondo, puede considerarse polisémica, es cada vez mayor. Hace años ya me empeñé en publicar aquel otro libro –actual, para mí- titulado “empatía terapéutica”, poniendo un adjetivo al sustantivo, aclarando el concepto y relacionándolo con la compasión..
Cuando en el año 2012 publiqué el libro “Empatía terapéutica”, yo estaba preocupado porque la socialización del concepto podría estar dando paso no solo a la polisemia, sino también a la confusión, evocando con la palabra “cualquier tipo de connotación positiva en las relaciones”.
Pues bien, hoy pude suceder también, si seguimos la tesis de Bloom, lo contrario, que la palabra empatía evoque una respuesta emocional que nos hace esclavos, injustos, instintivos, vengativos, violentos… Esta es la tesis del confuso libro con subtítulo: “Argumentos para una compasión racional”.
La propia opinión del autor es confesada varias veces. El mismo dice: “es probable que este libro contenga argumentos débiles, datos selectivos, retóricas engañosas y representaciones injustas de aquello en lo que estoy en desacuerdo”.
En suma, yo habría preferido un título como el subtítulo: “argumentos para una compasión racional”, obviando el título “Contra la empatía” que, por morboso, atrae la atención. Presenta algunos límites de la empatía, obviamente, pero partiendo de una ensalada de conceptos manejados sin precisión y sin considerar las más actuales investigaciones sobre la naturaleza de esta actitud (no sentimiento), con su aspecto cognitivo, afectivo-emocional y conductual, como pude mostrar en mi libro “Empatía terapéutica. La compasión del sanador herido”.
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