Año publicación: 2009
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Auer habla del valor que necesita el médico para hacer frente a la verdad y establece un paralelismo entre su actitud y la que cabe exigirle al enfermo:
“Esto significa, en primer lugar, que el médico se ha enfrentado personalmente con las preguntas fundamentales acerca del sentido de la vida y de la muerte humana. Sólo su confrontación existencial con los problemas básicos de la existencia, le hace capaz de renunciar a fórmulas convencionales de rutina y comunicarse con el enfermo con palabra ayudadora.
“Significa, en segundo lugar, que el médico “verifica” la situación del morir de su paciente. Debe caer en la cuenta de que aquí no se trata de ahorrar a un organismo que se extingue dolores y quebrantos, sino que aquí un hombre ha de asumir la última responsabilidad del logro o del fracaso de su existencia.
“Significa, en tercer lugar, que el médico debe preparar al enfermo para la participación de la verdad. Esto supondrá, en muchos casos, un largo proceso interior, durante el cual las palabras irán saliendo cada vez más de su encubrimiento, hasta que apunta la hora de la verdad plena. Sólo raras veces un enfermo se presentará al médico desde el principio con entera disposición. Por lo general, la verdad requiere tiempo si, realmente, ha de hacer libre al hombre.
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