No es fácil transmitir la experiencia vivida en la sencilla visita al campo de concentración de Auschwitz en mayo de 2015. Pasar por donde colgaban a las personas por nada, las mataban con un tiro en la nuca, pasar por la cámara de gas que se conserva, así como por los hornos crematorios que llegaron a quemar hasta 12.000 personas en un día... es sencillamente espeluznante.Y no puedo olvidar que un judío llamado ante un capo de las SS que agonizaba y deseaba pedir perdón antes de morir, no pudo evitar espantar la mosca que rondaba por delante del rostro del asesino. Esencia de compasión que interpela. Pienso más en Vicktor Frankl y su logoterapia después de pasar por los barracones. Es posible sobrevivir. ¡Dios mío, cuánta energía en el corazón del ser humano! y ¡cuánto poder para hacer el mal!

 

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