Una vez más he impartido una conferencia sobre inteligencia emocional. Esta vez destinada a 350 estudiantes de enfermería. Me alegro de haber tenido esta oportunidad. A la vez he constatado la tensión entre profesores en relación al tema: los hay que dicen que hay que realizar acciones formativas sobre las últimas tecnologías y dejarse de pamplinas. Los hay que son conscientes del riesgo de no realizar acciones que ayuden a "formar el corazón". Sea como fuere, si no capacitamos en competencias blandas, contribuiremos a deshumanizar las profesiones sanitarias. En esto, siento mayor acogida en países de América Latina. Son, al menos aparentemente, más conscientes de la importancia de los sentimientos en la salud y en las relaciones de ayuda.
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