En el número 78 del documento final del Sínodo de la Sinodalidad se propone crear el ministerio de la escucha, particularmente para personas que sufren.
Lo hace en respuesta a las necesidades de la comunidad y de la misión. Porque hay ministerios que, a lo largo de la historia de la Iglesia, han ido dando forma a los carismas reconocidos públicamente por la comunidad.
De particular relevancia son los ministerios instituidos, que son conferidos por el obispo, una vez en la vida, con un rito específico, tras un discernimiento apropiado y una formación adecuada de los candidatos, dice el Documento Sinodal.
Corresponde a las Conferencias Episcopales establecer las condiciones personales que deben cumplir los candidatos y elaborar los itinerarios de formación para acceder a los ministerios. A ministerios no instituidos ritualmente, pero ejercidos con estabilidad por mandato de la autoridad competente, como, por ejemplo, el ministerio de coordinar una pequeña comunidad eclesial, dirigir la oración comunitaria, organizar acciones caritativas, etc., que admiten una gran variedad según las características de la comunidad local, los acompañan ritos de envío.
Sobre la base de las necesidades de los contextos locales, se debe considerar la posibilidad de ampliar y estabilizar estas oportunidades de ejercicio ministerial por parte de los fieles laicos, dice el Documento sobre la Sinodalidad. Esperamos con confianza la institución del ministerio de la escucha que contribuya a humanizar el rostro de la Iglesia, siempre comprometida con el sufrir humano.
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