Con razón el papa Francisco lo ha aplicado a la gran Organización de la Iglesia. Pero es que es una tentación de toda persona inserta en un equipo, en una empresa, en una institución. Servir a la Organización implica un compromiso profundo con la misión, visión y valores que la definen. Así contribuyen al bienestar colectivo, alineando sus esfuerzos con los objetivos de la entidad.
Pero poner los intereses individuales (no transparentes ni nobles) por delante de los fines de las organizaciones, es una gran tentación. Dará como resultados bienes tangibles, sentimientos de control y poder, abriendo caminos para la manipulación y la corrupción.
Servir a la Organización incluye cuidar a las personas que la integran, asegurando que se sientan valoradas, escuchadas y apoyadas en su desarrollo personal y profesional. Hay una parte de nobleza en servirse de la Organización cuando esto consiste en aprovechar las oportunidades, la formación, para adquirir nuevas habilidades, construir una red de contactos profesionales o posicionamiento en la jerarquía organizativa. Pero una relación saludable con la entidad permitirá crecer honrosamente mientras se mantenga la dimensión ética en primer plano: justicia, honestidad, honradez habrán de ir por delante. Sirve para todas las Organizaciones que quieran humanizar de veras.
VOLVER