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Soprendente poder de la palabra

En la Sagrada Escritura encontramos sentencias tan profundas como estas, sobre la palabra y su poder: “Afilan sus lenguas como serpientes, con veneno de víboras en los labios” (Sal 139,4). “En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso, mientras alagan con la lengua”. (Sal 5,10) “Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad”. (Sal 33, 12) “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”. (Sal 119,105) “Una palabra tuya, bastará para sanarme”. (Mt 8, 5) “Muchas palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno; así hará bien a los que lo oyen”. (Ef 4,29) “La palabra (de Dios) es viva y eficaz, y más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos, juzga los deseos e intenciones del corazón”. (Heb 4,12) Sed hacedores de la palabra, “poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos”. (St 1,22)

            El mismo evangelista Juan comienza su prólogo con estas densísimas palabras: “En el principio existía la Palabra (el Verbo), y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe”. (Jn 1, 1,1)

 

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