Durante años, en el mundo de la salud y de los cuidados, se ha promovido un modelo de atención "centrado en la persona". Hoy, están surgiendo tendencias nuevas, que se proponen como un paso más: atención centrada en las relaciones.
Fue particularmente útil el reclamo de Laín Entralgo de la “personalización de la medicina, así como el del Dr. Enid Balint, instando a la “medicina centrada en el paciente”. En este contexto, se ha caminado mucho en clave reivindicativa de la autonomía de los individuos y el desafío de superar el paternalismo médico y empoderar al paciente en sus decisiones, así como en el reconocimiento de su libertad, de su identidad, que comporta tener unas preferencias y valores personales.
Con ocasión de la difusión de este modelo, valoramos la centralidad de la persona cuidada y del respeto de sus capacidades y la estimulación de sus recursos para ser protagonista de su vida. Pero vamos hacia otro modelo.
Estamos dándonos cuenta del riesgo de hipertrofia del principio de autonomía, así como de la multidimensionalidad de la persona que es, siempre, relacional, interdependiente, y, por tanto, con la autonomía limitada o condicionada.
Por eso, valoramos también el potencial de la relación y apostamos por un modelo de atención que se vea enriquecido por las implicaciones del reconocimiento de nuestra dimensión social: somos interdependientes, seres relacionales, unos y otros, cuidadores y cuidados. Somos seres familiares, formamos equipos, nos vinculamos.
En la relación, nos hacemos capaces de sana compasión, de apoyo mutuo; nos reconocemos sanadores heridos y necesitados de cuidarnos para cuidar. Las relaciones entre los cuidadores, con las personas cuidadas, con las organizaciones, con uno mismo, son el desafío de atención y esmero. Vivimos por la relación, en la relación nos va la vida, en las relaciones nos reconocemos la dignidad. ¡Bienvenido el modelo de “atención centrado en la relación!
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