Sí, lo presentamos como un ideal. Se ha convertido en un tópico. Creemos que así responderíamos todos si nos preguntaran. O quizás ya lo hemos hecho. Pero la verdad es que no es fácil: morir bien no es fácil.
No son pocas las personas que, aún con apoyo de equipos especializados, mueren con dolor evitable, con sensación de asfixia evitable. Los profesionales de la ayuda a domicilio, por formados y humanizados que están, tienen límite en la accesibilidad a los domicilios, en la frecuencia, en el manejo de la riqueza de la multiprofesionalidad.
Sin lugar a duda, algunas Unidades de Cuidados Paliativos han logrado salir al paso de esta necesidad de cuidar en situaciones de complejidad que se producen en los últimos meses, semanas o días de vida. Idealizar el tópico de la muerte en casa puede generar sufrimiento evitable, no controlado, siendo controlable.
¡Claro, lo digo desde San Camilo! Ciertamente, Unidades como la de San Camilo, en Tres Cantos, Madrid, logran ese aire de estar “como en casa” o mejor que en casa”. Las familias están cuidadas por profesionales de la medicina, enfermería, trabajo social, atención espiritual, psicología, especialistas. Y los espacios son entrañables: cocina, bodega, salas de intimidad, de familias…
Morir dignamente supone también discernir dónde hacerlo. Discernir en diálogo entre protagonistas -enfermos y familias- y profesionales.
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