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Naturaleza humanizanda

¡Qué bien viene el gerundio! Hace poco ha surgido una Fundación con el gerundio: humanizando, probablemente con el deseo de subrayar la actividad y el compromiso práctico por conjugar el verbo humanizar.

Queda mucho por hacer en el mundo de las relaciones de ayuda. Particularmente en ese verbo que también parece que estuviera siendo rescatado: cuidar. El cuidado es una tesitura de extraordinaria densidad antropológica, de enorme potencial humanizador. Cuidando protegemos la vida, la ayudamos a desarrollarse en su crecimiento, la acompañamos en la restauración de muchos desequilibrios y enfermedades, la promovemos y damos fe de su caducidad.

Cuidando la naturaleza –vegetal, animal, humana- construimos un mundo más a la medida de lo que nos piden los anhelos de nuestro ser virtuosos, hechos para apetecer y realizar el bien, evitar y eliminar el mal que viene con la limitación de un tipo u otro.

Humanizar, humanizar, humanizar… ¡Cuántas acepciones sobre su significado, con frecuencia enfocadas con mirada corta, no universal! Por eso, será siempre el gerundio el que nos tense a la conjugación del verbo.

 

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