La cultura camiliana al final de la vida promueve la adecuación del esfuerzo terapéutico. José Carlos Bermejo ha rescatado de la historia de camilo este asunto, citando algunas palabras de su biografía: "Muchos eran también los que fallecían en sus propios lechos de muerte violenta, es decir, sofocados por los propios parientes al llenarles la boca con excesivo alimento o demasiada bebida; en especial, cuando los pobres agonizantes padecían catarro o calentura.
Mujeres piadosas que cuando aún no habían terminado de expirar los moribundos, pensando que ya habían muerto, les querían tapar la boca y apretar los ojos para que no quedaran después deformes; de este modo fallecían antes de tiempo. Pero lo peor era que en este error no solo caían las mujeres sencillas, sino también muchos párrocos y no pocos religiosos, por no tener práctica ni experiencia en acompañar a morir."
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