“La lucha en favor de los pobres y la lucha de los mismos pobres contra la pobreza constituyen una búsqueda sumamente honesta de humanización para todos, porque la pobreza deshumaniza tanto a los ricos como a los pobres. Primero a los pobres: la pobreza ocasiona toda clase de carencias, desestructura la vida emotiva y las relaciones de unos con otros, impide constantemente la vocación esencial del ser humano a desarrollarse y expandir sus capacidades más allá del mero instinto de supervivencia, conduciendo a la envidia, al odio, a la violencia contra quienes les mantienen en la miseria y, muchas veces, a desesperar de Dios y alzar el puño contra el cielo.
Pero deshumaniza también a los ricos, porque les lleva a considerar a los pobres como seres inferiores, innecesarios para la sociedad, peso muerto de la historia. En las sociedades en las que ha estado en vigor el régimen de esclavitud persiste aún una brutal deshumanización de los ricos frente a los pobres”.
“La existencia en el mundo tiene una serie de exigencias que no pueden enmascararse constantemente. ¿Cómo humanizar esta deshumanización objetiva que conlleva la pobreza Es precisamente en un contexto de pobreza donde plantea Francisco el problema de la fraternidad. La pobreza de cada uno debería significar un desafío a la solicitud, la ternura y la creación por parte de los demás de una atmósfera de protección y seguridad que es negada por la pobreza radical. Para Francisco, el tener no puede pretender en absoluto dar seguridad al hombre ni humanizarlo. Solo la solicitud de unos para con otros puede humanizar verdaderamente la existencia.”
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