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Muerte digital

No. No hay muerte en el mundo digital. La muerte es siempre carnal, siempre húmeda, pero la estamos haciendo seca. A pesar de esta progresiva simplificación de los ritos mortuorios durante los últimos años, los ritos no han dejado de existir, y se manifiestan actualmente bajo nuevas formas.

En la era del teléfono móvil y el correo electrónico, la muerte es una de las escasas ocasiones en las que la familia del difunto recibe una gran cantidad de misivas manuscritas que inscriben el hecho en un marco social amplio.

En efecto, el advenimiento de Internet y las nuevas tecnologías de la información han traído consigo nuevas formas de comunicación de la muerte y de socialización en torno a ella. Hoy en día, a través de chats, foros, blogs, mundos virtuales, o redes sociales, viudos, amigos y parientes abren y gestionan espacios digitales que rinden homenaje al difunto y lo dotan de actualidad.

Esta tendencia puede rastrearse desde los primeros días de Internet, donde ya existían sitios web en forma de “cibermemoriales” o “cementerios virtuales”. Tales sitios, sin embargo, eran espacios fundamentalmente pasivos donde existía muy poca posibilidad de interacción por parte del usuario, según la lógica unidireccional propia de la Web 1.0. Con la llegada y generalización del nuevo paradigma de la Web 2.0 (o “Web social”) y su énfasis en la conectividad y la sociabilidad entre usuarios, este tipo de espacios dedicados al culto a la muerte adquieren un carácter más relacional, dinámico y flexible.

Aparecen incluso espacios originalmente no pensados para este uso, pero que se convierten en nuevos lugares para rendir culto a los muertos, como blogs, redes sociales o mundos virtuales.

Estos y otros espacios accesibles desde Internet han propiciado una especie de retorno digital de la muerte, o su reactualización, que va en contra de la lógica moderna de rechazarla, simplificarla, invisibilizarla y desocializarla. Los familiares, amigos o amantes vuelven a ocuparse del fallecido y a elaborar un culto por su muerte de un modo simbólico y afectivo. La muerte no se oculta, no se la expulsa a hospitales y cementerios, sino que se exhibe públicamente, se comparte colectivamente, como se hacía en otras épocas. Al contrario de la tendencia de las sociedades occidentales a reprimir y limitar la expresión de dolor, a dominar y regular los sentimientos ante la muerte (como hacemos, por ejemplo, en el velatorio), en las redes digitales todo el mundo es capaz de expresarse y manifestar públicamente su desconsuelo.

Tradicionalmente, el duelo por la persona fallecida no solo afectaba a sus familiares y parientes más cercanos, sino a todos los miembros de la comunidad. Con el tiempo, sin embargo, el duelo por la muerte de un ser querido empezó a experimentarse como un sentimiento individual y aislado que no se enmarcaba ya dentro de la colectividad. Pero las nuevas tecnologías digitales parecen estar cambiando esto, y por medio de comentarios, imágenes, videos y canciones publicados y compartidos digitalmente, devuelven al muerto a la comunidad. Por medio de este tipo de interacciones digitales, la muerte se comparte públicamente, se socializa, y el muerto retorna digitalmente al mundo de los vivos, y comparte espacio con ellos.

 

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