Nadie es la esperanza, pero todos podemos ser el eco de la esperanza, como nadie es la salud, pero todos podemos ser agentes de salud. El encuentro es “sacramento de esperanza” para cuando vivimos nuestros miedos: hacer visible lo esperado. Para Santo Tomás la esperanza no es una aspiración quieta y contemplativa, platónica. “La esperanza hace del “homo Viator” un “homo Pugnator”.
En nuestro Centro San Camilo de Humanización de la Salud, hemos investigado sobre los apellidos de la esperanza para enfermos al final de la vida y sus familias. El resultado es que la esperanza siempre tiene una dimensión relacional.
Las dimensiones más significativas de la esperanza están relacionadas con las relaciones significativas, la espera de algo bueno y la reconciliación con la vida y la espiritualidad. Cuando se han utilizado escalas de medida de la esperanza u otros instrumentos se ha visto que los pacientes tienen incluso más esperanza que los familiares. Por otro lado, muchos estudios sobre esperanza se han centrado en la desesperanza. De hecho, los instrumentos de medida más utilizados en el ámbito de los cuidados paliativos son escalas de desesperanza.
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