Es el título de un artículo de EL PAÍS del 3 de enero, de Nuria Labari. Sugerente, cuanto menos. No siendo bisiesto, está claro que serán 365 días. Pero también está claro que no es lo mismo el cronos que el kairós, el ritmo del reloj que mide las unidades de tiempo, que el ritmo e intensidad de las experiencias hechas en el tiempo.

Y más difícil es la gestión del tiempo con las nuevas posibilidades x1,5 y x2 que ofrece WhatsApp y todos los derivados que vendrán.

Podremos acelerar el consumo de experiencias, reducirlas en tiempo, “ganar tiempo” al reloj. Veremos en 2 minutos lo que correspondía a 3 o en 1 minuto lo que correspondía a 2. Y, naturalmente, nos tendremos que preguntar qué hacemos con el tiempo restante, el “ganado”, el generado por aceleración. Y nos tendremos que preguntar también qué tipo de experiencias querremos someter a estas posibilidades de concentración por aceleración.

El desafío de la tecnología para conjugar el verbo humanizar está vivo. El año 2022 durará no solo lo que dice el calendario, sino lo que aceleremos o ralenticemos. Ya no solo será la experiencia subjetiva de un año interminable por la fatiga pandémica. No será un año que pasa volado por los motivos que sean… Será también lo que le sometamos a ser por nuestros aceleradores de duración de las experiencias. ¿Solo las auditivas y visuales?

 

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