¿Qué necesitamos humanizarnos? Sin ninguna duda. Estamos en camino de ser lo que podemos ser, para nosotros mismos y para los demás, en términos de compasión y bondad.
Pero el mundo está también lleno de buenos modales, de amabilidad y afecto en el trato, que encontramos en tantos buenos samaritanos que socorren a personas enfermas.
Son muchos los que apuestan por poner el corazón en las manos, particularmente en la atención a los enfermos. Son muchos los que logran ser profundamente humanos, los que cuidan bien, los que hacen bien el bien, los que son compasivos y entrañables, además de serviciales y comprensivos.
Son muchas las personas que tratan con modos que suavizan, alivian, consuelan, satisfacen necesidades entregando alma, vida y corazón para atender. Son muchos los que creen en que también el corazón se puede formar y entrenar en cuidar compasivamente, amorosamente, sin perder por ello la profesionalidad, sino ganándola y honrándola.
Es mucha la cordialidad humana. Pero no es poca la necesidad de humanizar, de alcanzar cotas de justicia y buen trato en la enfermedad.
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