Totó y Peppino, a la puerta del Duomo de Milán, preguntan a un policía: "Para ir donde tenemos que ir, ¿por dónde tenemos que ir?" Y esas son las cuestiones. No solo por dónde, sino a dónde.
El reto de humanizar no es solo emprender un camino hacia algún lugar, sino preguntar y definir -juntos- el horizonte.
Está resultando más fácil ponerse en camino, realizar actividades, juntarse para planificar, que definir cuál es el horizonte. Y lo es, en primer lugar, como siempre en la ética: no hacer daño. Eliminar toda forma de maltrato, promover la justicia en el acceso a los recursos, el igualitarismo en los derechos y en el tratamiento, sea cual sea la patología que se tanga (incluso rara), sea cual sea dónde se viva (incluso la insularidad), sea cual sea el lugar donde se haya nacido y se viva (migración).
Humanizar es el destino, pero hay que definirlo, también mientras se dibuja el camino.
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